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―¿No tienes frío? ―y Linda respondió con una voz temblorosa:

―No, no tengo frío, amor. Lo que sí tengo es mucho calor, pero tranquilo, sigue durmiendo.

Tom se inquietó un poco y le dijo:

―¿Estás segura, mi amor?, ¿Calor? ¿Estás bromeando? Si me estoy congelando ―, y Linda le dijo:

―Sí, cariño. Sigue durmiendo. Me tomé unos calmantes y ya se me está pasando.

Un rato más tarde Linda sintió un enorme dolor en el pecho y algo crujió en su esternón. La muchacha gritó, pero nadie la pudo escuchar pues estaba cayendo una tormenta de relámpagos abrumantes y ensordecedores. Su pecho parecía haberse vuelto un poco más ancho y le ardían los músculos pectorales. Algo parecía estar desgarrándose. Pero como estaba medio dormida y bastante dopada, trató de convencerse a sí misma de que solo era una pesadilla. A los pocos minutos sintió otro dolor. Pero esta vez era su cráneo que parecía estarse ensanchando, haciendo que algunas partes de la cara le ardieran. Y así le sucedió varias veces durante la noche, pero ella siguió autoconvenciéndose de que era una pesadilla como consecuencia de la fiebre, pues unos meses atrás había tenido más de cuarenta grados de calentura y eso le había provocado pesadillas horribles.

Ya se había tragado más de diez analgésicos para aliviar el dolor que sentía en el cuerpo entero y no se explicaba por qué el dolor no se le terminaba de ir. Pero dentro de la confusión y el cansancio se conformó con pensar que era el resultado de la larga caminata que habían hecho durante el día. De pronto sintió que su ropa interior estaba mojada y al limpiarse con un pequeño papel, se dio cuenta de que era sangre y que su primera menstruación había llegado...

A la mañana siguiente los amigos de la otra tienda se despertaron con toda normalidad y Edgar salió a buscar leña seca para armar la fogata y preparar el desayuno, mientras Teresa fue a buscar agua al río. Edgar ya estaba de regreso con un par de troncos secos cuando escuchó el grito de pánico de su novia. Alarmado por el alarido de la joven, el muchacho soltó los maderos inmediatamente y llegó corriendo al lugar donde estaban las tiendas. Al llegar al campamento, Edgar vio manchas de sangre alrededor de la tienda de sus amigos, que estaba hecha pedazos. Teresa estaba temblando asustada y el joven le pidió que se calmara porque todo iba a estar bien. Entró en la tienda de Linda y Tom, pero solo encontró el cuerpo despedazado de Tom y salió espantado gritando:

―Oh dios mío, oh dios mío no, no puede ser, no puede ser, ¿qué mierda pasó aquí? ¿Cómo puede ser posible?―, se preguntó en voz alta completamente descontrolado. Teresa cayó de rodillas llorando porque le faltaba la respiración, y en ese momento vio unas huellas grandes en el piso. Haló a su novio por el pantalón y Edgar también las vio. Teresa y Edgar comenzaron a buscar una explicación lógica a lo sucedido y concluyeron que algo había atacado a sus amigos y después había huido arrastrando consigo al cuerpo de Linda. Probablemente se trataba de un oso grizzli.

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